Faltaban seis semanas para que el bebé naciera, pero el médico diagnosticó que Julia padecía colestasis, un problema hepático común en el embarazo. Angustiada, la llevaron al hospital, donde la trataron y dijeron que ¡inducirían el parto en 24 horas! En otra área del hospital, estaban ubicando respiradores y otros equipos para casos de COVID-19. Por esta razón, la enviaron a su casa. Julia decidió confiar en Dios y sus planes, y pocos días después, dio a luz a un bebé saludable.
Cuando la Escritura se arraiga en nosotros, transforma nuestra manera de reaccionar en situaciones difíciles. Jeremías vivió en una época en la que casi toda la sociedad confiaba en alianzas humanas, y prevalecía la adoración a ídolos. El profeta contrasta a la persona que «confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta del Señor» (Jeremías 17:5) con la que confía en Dios. «Bendito el varón […] cuya confianza es el Señor. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, […] su hoja estará verde» (vv. 7-8).
Como creyentes en Cristo, se nos llama a vivir por fe y buscar soluciones en Dios. Cuando nos fortalece, podemos escoger temer o confiar en Él. Dios dice que somos bendecidos —plenamente satisfechos— cuando decidimos poner nuestra confianza en su Persona.
De: Guest Author