Se están creando leyes que atentan contra las enseñanzas éticas y morales que los padres han dado a sus hijos en el tema de la sexualidad. Se procura que los niños tengan el derecho de disfrutar libre y plenamente su sexualidad. Algunos gobiernos son presa fácil de la “ideología de género” y de los organismos internacionales que impulsan una educación sexual fundamentada en el placer más que en la responsabilidad.
En esta misma dirección, recientemente se dio una marcha de “orgullo pedófilo” en los Estados Unidos. Aunque nos parece repugnante, si no asumimos conciencia, se tornará normal en el futuro. Ellos alegan el derecho de disfrutar tener sexo con niños como un derecho humano.
El matrimonio se ve amenazado como institución fundamental de la sociedad, al tratar de legalizar el “matrimonio” entre personas del mismo sexo o lo que se ha llamado el “matrimonio igualitario”. Los medios de comunicación han ido debilitando la conciencia social; todo en nombre de leyes “antidiscriminatorias” por la orientación sexual.
Se ha olvidado que es necesaria la presencia de un gen masculino y un gen femenino para la procreación y, por tanto, para la conservación de la humanidad. La biología nos marca el fundamento para entender la importancia tanto de un rol femenino como del rol masculino y su complementariedad en la crianza integral de los hijos.
En nombre de los derechos sexuales y reproductivos, o bien, el derecho de elegir cuántos hijos tener y en qué momento tenerlos, se procura legalizar el aborto en todas sus expresiones y etapas del embarazo. Deshumanizando al niño que nacerá. Ante este panorama, la afectada es la familia y los que más sufren son los niños.
La vida misma se ve amenazada al tratar de seguir el camino de algunos países europeos que han legalizado la eutanasia en nombre de “una muerte con dignidad”.
La familia en Iberoamérica está amenazada, porque está cambiando su fundamento ético por el relativismo moral. A menos que despertemos, las consecuencias sociales serán sin precedentes.
No es tiempo de rendirnos, es tiempo de levantar la voz, ser proactivos, respaldar a nuestros legisladores valientes, preparar a nuestros jóvenes y capacitar a la sociedad para defender la familia. Es tiempo de orar para que Dios traiga un despertar espiritual como nunca antes, porque la maldad crece sin precedentes.
Pero también hay esperanza. Hay resultados concretos del trabajo que se realiza en todo el mundo por favorecer la vida, la dignidad del ser humano y los valores familiares. Hay presidentes que no han vendido su conciencia. Se levantan para defender la vida desde el momento de la concepción y el matrimonio de acuerdo al diseño que Dios estableció; aquí es donde se da la procreación de forma natural y se protege el derecho de los niños a tener un padre y una madre.
Hoy necesitamos legisladores que defiendan la familia en todos sus extremos, regresando la autoridad a los padres, respetando la libertad de conciencia y fundamentando la educación en la construcción de los valores expuestos en las Constituciones de nuestros países.
Es tiempo de levantar la voz a favor de la vida, la familia y el matrimonio.