Después de que una amiga cortó sin explicación nuestra amistad, volví a mi antiguo hábito de mantener a distancia a la gente. Mientras procesaba mi dolor, tomé un ejemplar de Los cuatro amores, de C. S. Lewis, donde hace una poderosa observación de que el amor implica vulnerabilidad. Afirma que «no hay inversión segura» cuando alguien se arriesga a amar. Sugiere que amar «algo [llevará a que] tu corazón se retuerza y posiblemente se rompa». Leer esas palabras cambiaron mi manera de leer el relato de la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de su resurrección (Juan 21:1-14), y tras la negación de Pedro, no solo una sino tres veces (18:15-27).
Jesús dijo: «Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos?» (21:15).
Después de ser traicionado y rechazado, Jesús le habló a Pedro con valor, no con temor; con fuerza, no en debilidad; con generosidad, no con desesperación. Mostró misericordia en lugar de ira, confirmando su disposición a amar.
La Escritura revela que Pedro «se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas?» (v. 17). Pero al pedirle Jesús que demostrara su amor amando a otros (vv. 15-17), invitó también a sus discípulos a arriesgarse a amar incondicionalmente. Nuestro amor a Jesús determinará cómo amamos a los demás.
De: Xochitl Dixon