Hace unos años, una canción de un coro de góspel se convirtió en un éxito. Decía: «Jesús camina conmigo». Detrás de la letra, hay una historia impactante.
El músico de jazz Curtis Lundy empezó el coro cuando entró a un programa de tratamiento contra la adicción a la cocaína. Reunió a otros adictos, encontró inspiración en un viejo himnario y escribió esa canción como un himno de esperanza para los que estaban en rehabilitación. «Le pedíamos a Jesús que nos salvara, que nos ayudara a salir de las drogas», dice un miembro del coro. No entonaban solo las palabras de una hoja; ofrecían una oración desesperada por redención.
En Cristo, nuestro Dios apareció para ofrecer salvación a todos (Tito 2:11). Aunque la vida eterna es parte de este regalo (v. 13), Dios está obrando en nosotros ahora, permitiéndonos recuperar el autocontrol, decir que no a las pasiones de este mundo y redimirnos para una vida con Él (vv. 12, 14). Tal como descubrieron los miembros de aquel coro, Jesús no solo perdona nuestros pecados; también nos libera de estilos de vida destructivos.
Jesús camina conmigo… y contigo. Y con cualquiera que clame a Él pidiendo ayuda. Está con nosotros y nos ofrece esperanza para el futuro y salvación para el presente.
De: Sheridan Voysey