En una entrevista, un músico recuerda que lo instaron a «dejar de hablar tanto sobre Jesús». ¿Por qué? Le dijeron que su banda podía ser más famosa y recaudar más dinero si dejaba de afirmar que su trabajo se utilizó de Jesús. Después de pensarlo un poco, pensé: «El objetivo de mi música es compartir mi fe en Cristo. […] De ninguna manera guardaré silencio».

Bajo circunstancias mucho más amenazadoras, los apóstoles recibieron un mensaje similar. Los habían encarcelado y fueron liberados milagrosamente por un ángel, el cual les dijo que siguieran hablando a otros sobre su nueva vida en Cristo (Hechos 5:19-20). Cuando los líderes religiosos se enteraron de la salida de los apóstoles y de que querían seguir proclamando el evangelio, los reprendieron: «¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en [el] nombre [de Jesús]?» (v. 28).

Su respuesta: «Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres» (v. 29). Como resultado, los líderes azotaron a los apóstoles y «les intimaron que no hablaron en el nombre de Jesús» (v. 40). Los apóstoles se regocijaron por haber sido hallados dignos de sufrir por Jesús, y «todos los días, […] no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo» (v. 42). ¡Que Dios nos ayude a seguir su ejemplo!

De: Alyson Kieda