En 2019, Cap Dashwood y su compañera Chaela, una dulce labradora negra, lograron algo notorio: llegar a la cima de una montaña todos los días durante un año.
La historia de Dashwood es conmovedora. Dejó su casa a los 16 años, lo que explicaba diciendo simplemente: «Mala vida familiar». Pero esas heridas del pasado lo llevaron a buscar sanación en otra parte. Luego agrega: «¿Sabes? A veces, cuando las personas nos decepcionan, uno recurre a otras cosas». Para Dashwood, escalar montañas y experimentar el amor incondicional de su «labradora angelical», como llamaba a su perra, han sido una gran parte de esas «otras cosas».
Como a muchos, me encantan los animales, y me gusta pensar que ese extraño amor pleno e incondicional que brindan apunta a una realidad mucho mayor y profunda: el amor ilimitado e inquebrantable de Dios.
En el Salmo 143, es solo la fe de David en ese inquebrantable «gran amor» (v. 12) lo que le brinda esperanza cuando se siente completamente solo. Pero toda una vida caminando con Dios le da la fortaleza suficiente para descansar en la verdad de que, cada mañana, el Señor le hará saber de su gran amor (v. 8), y le dará la esperanza necesaria para volver a confiar y permitir que Él dirija el camino por senderos desconocidos.