En cada ocasión, el profesor terminaba su clase en línea en una de dos maneras. Decía: «Hasta la próxima» o «buen fin de semana». Algunos estudiantes respondían: «Gracias, igualmente». Pero un día, uno contestó: «Lo quiero mucho». Sorprendido, respondió: «¡Yo también!». Esa tarde, los compañeros acordaron crear una «cadena te quiero» para mostrar su aprecio al profesor que tenía que dar clase a una pantalla en su computadora; no en persona, como habría preferido. Días después, cuando terminó de enseñar, el profesor dijo: «Hasta la próxima»; y uno tras otro los alumnos respondieron: «Lo quiero mucho». Así siguieron durante meses. El profesor dijo que eso había creado un vínculo poderoso con sus alumnos y que ahora los siente como «familia».

En 1 Juan 4:10-21, nosotros, como parte de la familia de Dios, encontramos varias razones para decirle más que «te quiero mucho»: «te amo». Envió a su Hijo como sacrificio por nuestro pecado (v. 10); envió su Espíritu a vivir en nosotros (vv. 13, 15); su amor es confiable (v. 16) y nunca debemos temer al juicio (v. 17). Nos capacita para amarlo a Él y a los demás «porque él nos amó primero» (v. 19).

La próxima vez que te reúnas con el pueblo de Dios, compartan motivos para amarlo. Hacer una cadena de «te amo» para el Señor lo alabará y los acercará unos a otros.

De: Anne Cetas