Hace muchos años, Joni Mitchell escribió una canción llamada «Woodstock», en la cual veía a la raza humana atrapada en una «negociación» con el diablo. Instó a sus oyentes a buscar una existencia más simple y pacífica, y cantó sobre el regreso «al huerto».
El «huerto» poético al que se refiere es el Edén, por supuesto. El Edén era el paraíso que Dios creó para nosotros en el principio. Allí, Adán y Eva se encontraban con Él a diario… hasta que negociaron con el diablo (ver Génesis 3:6-7). Ese día fue diferente. «Y oyeron la voz del Señor Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia del Señor Dios entre los árboles del huerto» (v. 8).
Cuando Dios les preguntó qué habían hecho, Adán y Eva empezaron a echarse la culpa el uno al otro. A pesar de que negaron lo que habían hecho, Dios no los dejó ahí. Les hizo «túnicas de pieles, y los vistió» (v. 21); un sacrificio que aludía a la muerte que Jesús soportaría para cubrir nuestros pecados.
Dios no nos dio un camino de regreso al Edén. Nos dio un camino para avanzar a una relación restaurada con Él. No podemos volver al huerto, pero podemos volver al Dios del huerto.
De: Tim Gustafson