Era un día cálido de verano, y mi nieta de cuatro años, Mollie, y yo tomábamos un descanso después de jugar a la pelota. Mientras estábamos sentados en el porche, Mollie miró al jardín y dijo: «Mira esos charcos de sol». La luz del sol se filtraba entre el denso follaje y creaba un patrón de luz en medio de las sombras.

Charcos de sol. ¿No es acaso una imagen hermosa para encontrar esperanza en días oscuros? En medio de lo que pueden parecer épocas difíciles —cuando no parece haber buenas noticias—, en vez de concentrarnos en las sombras, podemos concentrarnos en la luz.

La Luz tiene un nombre: Jesús. Mateo citó a Isaías para describir la luminosidad que llegó al mundo con Jesús: «El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; y a los asentados en región de sombra de muerte, luz les resplandeció» (Mateo 4:16; ver también Isaías 9:2). Los efectos del pecado están por todas partes mientras vivimos en la «región de sombra de muerte». Pero a través de esa sombra, brilla Jesús, la espléndida y gloriosa luz del mundo (Juan 1:4-5).

La luz del amor y la compasión de Jesús atraviesa las sombras, dándonos «charcos de sol» para iluminar nuestro día y llenar nuestro corazón de esperanza.

De: Dave Branon