En junio de 2002, debutó la competición de canto American Idol. Cada semana, los aspirantes cantaban sus propias versiones de canciones, y la audiencia votaba para ver quién avanzaba a la próxima ronda.
Uno de los jueces del panel, Randy Jackson, tenía una frase característica: «¡Amigo, te apropiaste de esa canción!». Elogiaba así al cantante cuando este tomaba una melodía conocida y la interpretaba con un giro particular. «Apropiarse» de la canción era hacerla propia de forma creativa y, luego, ofrecerla al mundo en el escenario.
Pablo nos invita a hacer algo similar para poseer nuestra fe y expresarla. En Filipenses 3, rechaza cualquier intento de ganar la posición correcta ante Dios (vv. 7-8), y nos enseña a abrazar «la justicia que es de Dios por la fe» (v. 9). El regalo del perdón y la redención transforma nuestra motivación y metas: «prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús» (v. 12).
Jesús garantizó nuestra victoria. ¿Nuestra tarea? Aferrarnos a esta verdad, internalizar el regalo del evangelio y ponerlo en práctica en medio de nuestro mundo roto. En otras palabras, tenemos que apropiarnos de nuestra fe y, al hacerlo, vivir «de acuerdo con lo que ya hemos alcanzado» (v. 16 NVI).
De: Holtz Adam