Carla luchaba contra un tumor cerebral cuando se desató la crisis de la COVID-19. Se acumuló líquido alrededor de su corazón y pulmones, y tuvieron que volver a internarla. Su familia no podía visitarla por la pandemia. David, su esposo, prometió hacer algo.

Reunió a los seres queridos y les pidió que hicieran carteles con mensajes. Con mascarillas, 20 personas se pararon en la calle frente al hospital, con carteles: «¡FUERZA MAMÁ!». «TE AMAMOS». «ESTAMOS CONTIGO». Con la ayuda de una enfermera, Carla fue hasta la ventana del cuarto piso. «Lo único que pudimos ver fue una mascarilla y una mano que saludaba —publicó su esposo en una red social—, pero fueron una mascarilla y una mano hermosas».

Al final de su vida, el apóstol Pablo se sentía solo, mientras languidecía en una cárcel romana. Le escribió a Timoteo: «Procura venir antes del invierno» (2 Timoteo 4:21). Pero no estaba totalmente solo. «El Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas», dijo (v. 17). Y, al parecer, también tuvo algún contacto alentador con otros creyentes. Timoteo afirmó: «Eubulo te saluda, y Pudente, Lino, Claudia y todos los hermanos» (v. 21).

Somos creados para estar en comunidad, y más experimentamos esto en las crisis. ¿Qué podrías hacer por alguien que se sienta completamente solo hoy?

De: Tim Gustafson