Sergio era divertido, inteligente y querido. Pero, secretamente, luchaba con la depresión. Cuando él se suicidó a los 15 años, su mamá, Laura, dijo: «Es difícil entender cómo alguien con tantas cualidades llegaría a ese punto». A veces, Laura derrama su angustia ante Dios. Dice que la profunda tristeza tras un suicidio es «un nivel de angustia totalmente diferente». Sin embargo, con su familia, han aprendido a apoyarse en Dios y en los demás para estar fuertes, y ahora dedican su tiempo a amar a otros que luchan con la depresión.
El lema de Laura se ha vuelto: «Amarse y apoyarse». Esta idea también se ve en la historia de Rut, en el Antiguo Testamento. Noemí perdió a su esposo y sus dos hijos; uno de los cuales estaba casado con Rut (Rut 1:3-5). Amargada y deprimida, instó a su nuera a regresar con su familia, donde la cuidarían. Aunque Rut estaba también afligida, «se quedó» con su suegra, y se comprometió a acompañarla y cuidarla (vv. 14-17). Regresaron a Belén, el pueblo de Noemí, donde Rut sería extranjera. Pero se tenían la una a la otra para amarse y apoyarse, y Dios proveyó para ambas (2:11-12).
En nuestras angustias, el amor de Dios permanece firme. Siempre lo tenemos para apoyarnos, mientras también amamos y apoyamos a otros con su fuerza.
De: Anne Cetas