María, una madre soltera que trabajaba mucho, casi nunca faltaba a la iglesia. Cada semana, tomaba un ómnibus para ir y volver con sus hijos, y ayudaba a ordenar antes y después de las reuniones.
Un domingo, el pastor le dijo que algunos miembros de la iglesia tenían regalos para la familia. Una pareja proveyó una casa con alquiler reducido. Otra ofreció un trabajo con prestaciones sociales. Un joven le dio un auto viejo que había reconstruido y prometió servir como su mecánico personal. María dio gracias a Dios por vivir en una comunidad tan servicial.
El evangelista Lucas describió a los creyentes en Jesús como «fieles» a las «enseñanzas de los apóstoles y en el mutuo compañerismo» (Hechos 2:42 RVC). Cuando combinamos nuestros recursos, podemos trabajar juntos para ayudar a aquellos que pasan necesidad, como lo hacían los primeros creyentes en Jesús (vv. 44-45). A medida que nos acercamos más a Dios y unos a otros, podemos cuidarnos mutuamente. Ver el amor de Dios reflejado en las acciones de su pueblo puede llevar a otros a una relación salvadora con Jesús (vv. 46-47).
Podemos servir a los demás con una sonrisa, una obra de amor, una ofrenda o una oración. Mientras Dios obra en y a través de nosotros, somos mejor cuando estamos juntos.
De: Xochitl Dixon