Un día caluroso de verano, mi esposa dio a luz a nuestro segundo hijo. Sin embargo, nos costó elegir un nombre. Durante tres días, fue sencillamente «Bebé Williams», hasta que, por fin, se llamó Micah.

Elegir el nombre adecuado puede ser algo frustrante. Bueno, a menos que seas Dios, que ideó el nombre perfecto para Aquel que cambiaría todo para siempre. A través del profeta Isaías, Dios dirigió al rey Acaz a pedirle una «señal» para fortalecer su fe (Isaías 7:10-11). Esa señal fue: «He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel» (v. 14). Dios le puso nombre al niño, y Él sería una señal de esperanza para las personas desesperadas. Mateo le dio un nuevo significado a este nombre cuando escribió el relato del nacimiento de Jesús (Mateo 1:23). Jesús sería «Emanuel». No sería tan solo un representante de Dios, sino Dios mismo hecho carne, y vendría a rescatar a su pueblo de la desesperación del pecado.

Dios nos dio una señal. La señal es un Hijo. El nombre del Hijo es Emanuel, Dios con nosotros. Es un nombre que refleja su presencia y su amor. Hoy nos invita a abrazar a Emanuel y a saber que está con nosotros.

De: Marvin Williams