Me detuve a mirar una caja de libros con la etiqueta «C. S. Lewis» en una tienda de libros usados, y apareció el dueño. Mientras hablábamos de los títulos disponibles, me pregunté si le interesaría la fe que inspiró gran parte de la obra de Lewis. Oré en silencio pidiendo guía. Entonces, me acordé de una biografía y empezamos a hablar sobre cómo el carácter de C. S. Lewis señalaba a Dios. Al final, di gracias porque una rápida oración reorientó nuestra conversación a cuestiones espirituales.

Nehemías se detuvo a orar antes de un momento crucial en una conversación con el rey Artajerjes de Persia. El rey había preguntado cómo podía ayudar a Nehemías, que estaba perturbado por la destrucción de Jerusalén. Nehemías era siervo del rey y, como tal, no podía pedir ningún favor, pero necesitaba uno bien grande. Entonces, «[oró] al Dios de los cielos» antes de pedirle dejar su trabajo para poder restaurar la ciudad (Nehemías 2:4-5). El rey aceptó y ayudó a Nehemías con los preparativos y materiales para el proyecto.

La Biblia nos anima a orar «en todo tiempo con toda oración y súplica» (Efesios 6:18). Orar antes de hablar nos ayuda a darle a Dios el control de nuestra actitud y nuestras palabras.

¿Cómo podría querer dirigir tus palabras hoy? ¡Pregúntale y descúbrelo!

De: Jennifer Benson Schuldt