Jia Haixia perdió la vista en el año 2000. Su amigo Jia Wenqi perdió los brazos cuando era niño. Sin embargo, encontraron la forma de superar sus discapacidades. «Yo soy sus manos y él es mis ojos», dice Haixia. Juntos, están transformando su pueblito en China.
Desde 2002, se propusieron recuperar un terreno baldío cerca de su casa. Todos los días, cuando van al lugar, Wenqi le entrega a Haixia una pala con el pie, y Haixia coloca un cubo en un palo entre la mejilla y el hombro de Wenqi. Mientras uno cava y el otro riega, van plantando árboles; hasta ahora, más de 10.000. «Al trabajar juntos, no nos sentimos incapacitados —dice Haixia—. Somos un equipo».
El apóstol Pablo compara a la iglesia con un cuerpo, donde cada parte necesita de la otra para funcionar (1 Corintios 12:14-17). «Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito», afirma Pablo (v. 21). Cada uno de nosotros juega un papel en la iglesia según su don espiritual (vv. 7-11, 18). Al igual que Jia Haixia y Jia Wenqi, cuando combinamos nuestros puntos fuertes, podemos cambiar el mundo.
Dos hombres que unieron sus capacidades para recuperar un terreno baldío. ¡Qué imagen de la iglesia en acción!
De: Sheridan Voysey