«El pastor necesita gran sabiduría y mil ojos —escribió Juan Crisóstomo— para examinar la condición del alma desde todos los ángulos». Estas palabras fueron parte de un debate sobre cómo cuidar espiritualmente a otros. Puesto que es imposible obligar a alguien a sanarse, enfatizó que, para llegar al corazón de una persona, hace falta gran empatía y compasión.

Eso no significa no causar nunca dolor, advirtió Crisóstomo, ya que «si eres demasiado indulgente con alguien que necesita una cirugía profunda y no haces una incisión honda en el que lo requiere, mutilas sin sacar el cáncer. Pero si haces la incisión necesaria sin piedad, el paciente, desesperado, suele arrojar todo por la borda […] y tirarse de un acantilado».

Cuando Judas habla de la amenaza de los falsos maestros que descarrilan a otros (Judas 12-13, 18-19), no sugiere reaccionar con enojo y dureza. En cambio, enseñó que los creyentes deberían responder arraigándose de manera más profunda en el amor de Dios (vv. 20-21); porque solo cuando estamos profundamente anclados en su amor inmutable, podemos encontrar sabiduría para ayudar a otros con la urgencia, la humildad y la compasión necesarias (vv. 22-23). La mejor manera de ayudarlos a encontrar sanidad y descanso en el amor ilimitado de Dios.