Dos imponentes leones de piedra custodian la entrada a la Biblioteca Pública de Nueva York desde 1911. Primero, les pusieron Leo Lenox y Leo Astor, en honor a los fundadores de la biblioteca. Pero durante la Gran Depresión, el gobernador de Nueva York los denominó Fortaleza y Paciencia, virtudes que pensó que los neoyorkinos debían demostrar en ese tiempo difícil. Hoy en día, esos siguen siendo sus nombres.

La Biblia describe a un León poderoso que también brinda ánimo en las tribulaciones y al cual se lo conoce por otros nombres. En su visión del cielo, el apóstol Juan lloró cuando vio que nadie podía abrir el rollo sellado que contenía el plan de Dios de juicio y redención. Entonces, escuchó: «No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá […] ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos» (Apocalipsis 5:5).

Pero, en el versículo siguiente, Juan describe algo distinto: «y vi que en medio del trono […] estaba en pie un Cordero» (v. 6). El León y el Cordero son la misma persona: Jesús. Él es el Rey conquistador y «el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Juan 1:29). A través de su poder y de la cruz, ¡recibimos misericordia y perdón para poder vivir para siempre con gozo y asombro por todo lo que Él es!

De: James Banks