Cuando le preguntaron cómo se había vuelto periodista, un hombre contó sobre la dedicación de su madre para que él aprendiera. Cada día, cuando viajaba en el metro, recogía los periódicos que dejaban en los asientos y se los daba a él. Aunque lo que más le gustaba eran los deportes, también empezó a saber sobre el mundo, lo que finalmente aumentó su interés en muchos temas diversos.

Los niños son curiosos por naturaleza y les encanta aprender; por eso, presentarles las Escrituras a temprana edad es muy valioso. Les intrigan las promesas extraordinarias de Dios y las historias emocionantes de los héroes bíblicos. Cuando profundizan su conocimiento, empiezan a comprender las consecuencias del pecado, su necesidad de arrepentirse y el gozo de confiar en Dios. El primer capítulo de Proverbios, por ejemplo, es una gran introducción a los beneficios de la sabiduría (1:1-7) que arroja luz para entender las experiencias de la vida.

Desarrollar el amor a aprender las verdades espirituales nos ayuda a fortalecernos en la fe. Y los que han caminado en la fe durante décadas pueden seguir procurando conocer más a Dios siempre. Proverbios 1:5 afirma: «Oirá el sabio, y aumentará el saber». Dios nunca dejará de enseñarnos si estamos dispuestos de corazón y mente a recibir su instrucción.

De: Cindy Hess Kasper