Como padres no podemos trasladar la responsabilidad de la educación a otra persona. Al crecer, el niño recordará quiénes fueron los que le inspiraron, quiénes estuvieron ahí para marcar sus vidas; nuestros hijos agradecerán al que les ayudó a superar sus frustraciones y al que les dio la mano para comprender una fórmula difícil; apreciarán a la persona paciente que les esperó hasta terminar la tarea y al que les expresó una palabra de aliento cuando ya no deseaban continuar.
La educación es la suma de cada uno de esos momentos e instantes que van dejando una marca que se recuerda para toda la vida. Educar es modelar, por lo tanto, los niños captarán lo que sus padres ejemplifiquen al ver cómo estos se comportan diariamente.
El éxito escolar no depende sólo del centro educativo donde estudian los hijos. Los padres somos responsables de las actitudes, valores y hábitos que adquieren durante el proceso de aprendizaje. El papel educativo de la escuela es indiscutible, pero una educación integral no se consigue por el simple hecho de acudir a una institución educativa de mayor o menor calidad. El aprender y adquirir conocimiento por parte de los hijos, es una porción de la educación que los padres delegan a los profesores. Sin embargo, los padres son responsables en primera instancia del desarrollo adecuado de las actitudes, valores y hábitos que les permitirán realizar el viaje de la vida con acierto.
El adecuado rendimiento académico de los hijos puede obtenerse en el transcurso del año lectivo con el respaldo de los padres. La base radica en el interés que se demuestra a los hijos por lo que están aprendiendo. Nuestro rol como padres es indicarle al niño que necesitará un lugar y horario fijo de estudio, facilitarle técnicas de aprendizaje y estimularlo para que mantenga una motivación tal, que le permita alcanzar buenos resultados y fomentar el hábito de la lectura. El padre no debe perder de vista que este es un proceso que requiere constancia, y que, el objetivo primordial, es que el niño alcance autonomía en el proceso de aprendizaje, lo que le permitirá enfrentar la vida por él mismo.
Para lograrlo es importante:
- Establecer un lugar y horario fijo de estudio: Ayude a su hijo a elaborar un plan de trabajo semanal fundamentado en un horario de estudio que pueda cumplir en forma tranquila y amena. Converse con sus hijos sobre la importancia de organizar bien el tiempo, haciéndole ver que podrá cumplir con sus tareas y responsabilidades sin tener que renunciar a sus actividades recreativas y al descanso. Posiblemente al inicio deberá estar pendiente de que su hijo cumpla el horario, hasta que por sí solo pueda desarrollar el hábito. Este proceso dependerá de la edad del niño.
- Facilitar técnicas de estudio: Son imprescindibles en las tareas relacionadas con el estudio y el procesamiento de la información: comprensión, retención, razonamiento y recuperación. Si el padre cree no tener el conocimiento adecuado para facilitarlas, es conveniente que se comunique con el educador y le solicite sugerencias para aplicar en el hogar. Recuerde que el proceso de educación de los hijos es un trabajo de equipo.
- Estimular y motivar adecuadamente: Este punto puede ser uno de los factores que más inciden en el éxito escolar; sin motivación sus hijos no podrán dar todo lo que pueden dar de sí, independiente de sus capacidades. El estímulo crea seguridad en los niños, y les hace sentir que usted realmente les acompañará en el proceso de aprendizaje. Para lograrlo es importante atender los siguientes aspectos:
Es conveniente recompensar de alguna forma los esfuerzos realizados por sus hijos. No se trata solamente de obsequios materiales, sino del reconocimiento verbal que muestra la admiración que le produce el desempeño responsable y dedicado de su hijo. Lo importante es reconocer el esfuerzo y no necesariamente la calificación obtenida.
El interés de los padres en el aprendizaje. Los hijos se motivarán más si los padres se interesan por los temas que están estudiando y aprendiendo y no solo por las calificaciones obtenidas.
Estar vigilante del estado físico y emocional de los hijos: cansancio, nivel de ansiedad, etc. Es conveniente realizar exámenes médicos cada año. Podría descubrir que su apatía se debe a que necesita anteojos.
Si su hijo es único, nunca lo compare, aunque piense que un poco de competencia lo puede estimular. Ayude a su hijo a concentrarse en sus fortalezas en lugar de estar resaltando sus debilidades.
*Sixto Porras. Director Regional de Enfoque a la Familia. Autor de los libros: «Amor, Sexo y Noviazgo», «De Regreso a Casa», y «El Lenguaje del Perdón». Coautor de: «Traigamos a los pródigos de regreso al hogar» y «Meditaciones en Familia». Esposo de Helen, y padre de Daniel y Esteban. Su pasión es ayudar a las familias a mejorar.