Las reuniones que los maestros programan para tener contacto con los padres y ponerlos al tanto del avance de los hijos en el curso lectivo, son imperdibles. En estas reuniones conocerá otros padres que se convierten en personas claves en momentos cruciales como cuando su hijo olvida una tarea, necesita que alguien le busque en la escuela por alguna emergencia o bien olvidó la fecha de un examen o de una asignación. Por otro lado, puede establecer un contacto directo con el educador de tal forma que él sienta la confianza de informarle cualquier cosa que considere importante. Es bueno involucrarse en las actividades propias del centro educativo, porque le transmite a su hijo que usted está interesado en su crecimiento integral. Nunca olvido que mi papá era el presidente del comité de padres de la escuela y eso me llenaba de orgullo y a la vez aprendí a servir a los demás desinteresadamente.

Muchos padres aparecen en el centro educativo al final del año, cuando su hijo tiene que presentar pruebas extraordinarias porque perdió alguna materia, o peor aún, cuando perdió el curso lectivo. Esto causa que el niño o el joven pierda el interés en el estudio y se sienta mal con su centro educativo. Cuando uno de nuestros hijos está enfrentando un momento difícil en el centro educativo debemos estar ahí para hablar con los profesores y los orientadores. Cuando el rendimiento académico no es el mejor, debemos buscar personas que le puedan ayudar a superar el momento que vive. El éxito escolar depende de que un adulto responsable se interese en el niño.

Cuando nos interesamos en la educación de nuestros hijos, estamos contribuyendo activamente en la formación del carácter, y en el surgimiento de los hábitos necesarios que les garanticen el éxito profesional en el futuro.

Inspire amor hacia el aprendizaje

Los padres tienen el privilegio y la responsabilidad de compartir sus experiencias de vida con sus hijos. Cuente a sus hijos las aventuras que usted vivió cuando estudiaba, lo que aprendió, cómo lo aprendió, lo que le gustaba más, y cómo enfrentaba los desafíos. Hablar con ellos sobre sus experiencias diarias, les ayudará a entender mejor los diferentes puntos de vista, valores, sueños e intereses de otras personas. Los padres no solamente necesitan hablar, sino también necesitan escuchar, contestar preguntas y ayudarles a enriquecer su criterio. Esto les comunicará que valen mucho, que son aceptados y que no están solos en el desafío de aprender.

Los padres necesitan planear algunas cosas que pueden ayudar a su hijo a descubrir el mundo.

  • Vean juntos noticias o programas educativos.
  • Visiten museos de historia natural, ciencia, arte, museos para niños, zoológicos, jardines botánicos y algunos lugares históricos.
  • Visiten parques y bosques de la ciudad o hagan un viaje corto a un lugar cercano.
  • Lean artículos en el periódico, noticias y algún otro tipo de revistas.
  • Vayan a la biblioteca pública o bien descubra los sitios de internet con lecturas interesantes.
  • Hagan de las vacaciones una experiencia de aprendizaje.
  • Hagan pequeñas fiestas con un “tema” especial para los niños. Por ejemplo, una fiesta de disfraces alegórico a una época, una presentación teatral, la imaginación es importante en este tipo de actividades.

Algo importante que los padres deben recordar es que ellos son los profesores más importantes en la vida de sus hijos. Desde que nacen, nuestros hijos tienen hambre de aprender y de descubrir el mundo que les rodea. Hablar con ellos antes, durante y después de cualquier actividad, les ayuda a asimilar los pasos necesarios en el proceso de aprendizaje. Esta conversación también mejorará la comunicación y relación diaria con sus hijos. Cuanto más hable el uno con el otro, mejor y más placentera será la comunicación y el conocimiento mutuo. Si educar es inspirar un espíritu libre capaz de juzgar la vida por ellos mismos, debemos invertir cantidad y calidad de tiempo en enseñarles valores que fortalezcan su discernimiento, su razonamiento, su capacidad de discriminar y su habilidad de juzgar con una sana conciencia la vida.

Por esta razón, hagamos que nuestros hijos nos recuerden por los buenos momentos que pasamos juntos; cuando les acompañamos mientras hacían la tarea, por la paciencia mostrada en la materia que le costaba, el día que les llevamos a la casa de un compañero para estudiar, cuando nos tiramos al suelo para terminar el proyecto juntos, las noches que los dormimos, las historias que les contamos, el día que nos fuimos al parque a jugar; cuando dijimos: “adelante… te escucho”, y cuando nos abrazamos después de una buena conversación.

Que nos recuerden, respetando a los demás, valorando la vida y por las miles de veces que nuestras miradas se cruzaron y nos dijimos… ¡TE AMO!