Esta función educativa de la familia, abarca muchas áreas de la vida: el idioma, la historia familiar, la identidad y los valores cívicos, las creencias espirituales y religiosas, los principios morales y éticos del hogar, las costumbres y tradiciones, los hábitos y convicciones.
Las enseñanzas se realizan por medio de diversas formas, siendo la más común la transmisión cotidiana de mensajes, información y conocimientos. Sin embargo, la insistencia verbal y el diálogo permanente y sistemático, aunque importantes y necesarios, no siempre resultan ser los más efectivos.
En los procesos educativos que llevan a cabo los padres desde el hogar, la forma más efectiva de enseñanza es la que se realiza por medio del ejemplo. En efecto, cuando los padres actúan como verdaderos modelos de lo que transmiten, cuando los hijos observan la consistencia entre el discurso y el comportamiento de sus progenitores, se produce una incidencia directa y fundamental en los ámbitos cognitivo, emocional y conductual de los menores.
De este modo, la enseñanza es más directa y efectiva, porque los niños y adolescentes observan en sus padres coherencia y resultados positivos. No se les pide a ellos realizar algo que no se practica en el hogar, sino todo lo contrario, se les explica y muestra que son principios y hábitos que ya han sido adoptados por todos los miembros de la familia.
En este orden de ideas, la educación financiera desde el hogar adquiere particular relevancia. Porque no se trata de trasmitir únicamente algunas pautas de comportamiento, criterios o habilidades técnicas, conductas respecto a cómo gastar o ahorrar. No se trata de solo eso, aunque incluya algunas de estos aspectos. La educación financiera es algo mucho más integral y trasversal en la vida de las personas y de las familias.
En primer lugar, es poder comprender el funcionamiento del sistema económico y financiero en el que está insertada la sociedad en general, porque las familias no se pueden abstraer de ese sistema al que pertenecen. El sistema posee leyes de mercado, donde opera la oferta y la demanda, gravitan sobre las personas factores culturales, pautas de consumo, facilidades de financiamiento para adquirir bienes y servicios, etc. Sobre este primer aspecto, se requiere mucha sensibilización, concienciación y enseñanza.
En segundo lugar, es poder adquirir una cultura financiera saludable, por medio de la cual las personas y familias puedan prevenir y evitar situaciones de consumo que les lleven a escenarios de endeudamiento incontrolables. En la actualidad, muchos hogares han llegado a circunstancias de endeudamiento inmanejables por diversos factores, siendo uno de los más recurrentes el no haber aprendido a gastar menos de lo que ingresa.
Obviamente, este no ha sido el único factor para que muchos hogares estén en la actualidad afectados por el endeudamiento. Muchos de los países de la región han experimentado tiempos de reducido crecimiento económico, elevado niveles de desempleo y aumentos de la inflación y del tipo de cambio de sus monedas. No pocas familias han visto reducirse sus ingresos de forma severa y, en consecuencia, lo que podían ser anteriormente gastos y deudas controladas, de forma repentina, en la actualidad ya no lo son.
En tercer lugar, cuando se aprende desde la niñez en el entorno familiar a incorporar buenos hábitos y conductas financieras, la posibilidad de que éstos se mantengan durante la vida es muy elevada. El ahorro es una excelente práctica, pero, desafortunadamente, no siempre es enseñada y estimulada desde los hogares. Sin embargo, cuando sí se hace, la persona aprende desde su niñez a no precipitarse en adquirir los bienes, a no actuar por el impulso, a tener paciencia, trazarse metas y a adquirir las cosas cuando reúna el dinero requerido.
Uno de los aspectos que mejor se pueden adquirir desde el hogar, corresponde a la posibilidad de aprender a distinguir entre necesidades y gustos. Los hijos suelen expresarle indistintamente a sus padres: “necesito una camisa”, “necesito una bicicleta”, “necesito un teléfono celular nuevo” o “necesito ir al cine”. Estas son oportunidades muy valiosas para poder enseñar la diferencia entre la verdadera “necesidad” de adquirir un bien o servicio, incluyendo la urgencia del tiempo para adquirirlo, y el “gusto” por algún bien y servicio, incluyendo marca y características.
En cuarto lugar, tanto los hijos pequeños, los adolescentes, como los propios adultos, serán constantemente bombardeados por la publicidad -explícita e implícita- de los medios de comunicación, no solo para que consuman diferentes productos o servicios, sino para que lo hagan de forma inmediata. Es lo que los especialistas denominan como “creación de la necesidad”. En este sentido, será muy importante que todos los miembros del hogar estén alertas ante esta sistemática invitación para el consumo. Definir prioridades, descartar, o al menos postergar, gastos que no sean necesarios ni urgentes.
En quinto lugar, es en familia, donde mejor se aprende a elaborar un presupuesto personal y del hogar. Lamentablemente son muchas familias las que no cuentan con esta útil y necesaria herramienta de control presupuestario. Sin ella, es difícil conocer el comportamiento del gasto y de los ingresos, prevenir riesgos, tomar decisiones a corto y mediano plazo, hacer ajustes, planear a futuro, y programar ahorros e inversiones.
Es posible que muchas familias ya estén experimentando situaciones financieras muy difíciles. No solo las problemáticas ocurren por falta de previsión o por manejo irresponsable de las finanzas personales y familiares. Existen también situaciones inesperadas que enfrentan las familias y que significan desafortunados reveses en sus presupuestos a corto y mediano plazo. Enfermedades crónicas o terminales, accidentes o discapacidades súbitas, pérdida de trabajo por parte de alguno de los proveedores del hogar, son factores que pueden colocar a las familias en situaciones de congoja y apuro financiero transitorio.
Ante situaciones financieras difíciles, será indispensable algunas medidas urgentes: la misma ayuda familiar para mitigar temporalmente la difícil situación, los ajustes severos del gasto, la exploración de nuevos y saludables ingresos y la asesoría profesional, de ser necesaria.
La educación financiera desde el hogar es importante y necesaria. Es la forma más efectiva de adquirir una cultura financiera saludable y, en consecuencia, comportamientos adecuados y sostenibles por parte de los miembros del hogar. Pero nunca es tarde. Si no se adquirieron hábitos financieros adecuados en el entorno familiar de origen, se pueden aprender e incorporar en el hogar en cualquier momento. Basta con adquirir conciencia, realizar los ajustes que correspondan y tomar las decisiones en familia. Así todos se verán beneficiados en el hogar, porque una adecuada salud financiera trae consigo paz y alegría a todos sus miembros.