El ánimo es como el oxígeno… no podemos vivir sin él. Esto fue cierto para el pequeño James Savage, de nueve años. El niño nadó más de tres kilómetros, rompiendo el récord de la persona más joven en lograr esa hazaña. Pero, a los 30 minutos de empezar a nadar, las aguas turbulentas y heladas hicieron que quisiera abandonar. Sin embargo, un grupo de remeros le gritaba: «¡Puedes lograrlo!». Las palabras le dieron el impulso que necesitaba para completar su objetivo.
Cuando las aguas frías y agitadas de la tribulación hacían que los creyentes en Jesús quisieran rendirse, Pablo y Bernabé los animaron a seguir adelante. Después de predicar el evangelio en Derbe, «volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe» (Hechos 14:21-22). Los problemas habían debilitado a los creyentes, pero las palabras de ánimo fortalecieron su decisión de vivir para Cristo.
Vivir para Jesús puede ser un desafío. A veces, nos vemos tentados a abandonar. Pero felizmente, Jesús y los que creen en Él pueden darnos el ánimo que necesitamos para seguir adelante. Con Él a nuestro lado, ¡podemos lograrlo!
De: Marvin Williams