Tristemente, se ha vuelto «normal» atacar no solo las opiniones de los demás sino también a la persona que las expresa. Esto también sucede en los círculos académicos. Por eso, quedé atónito cuando el teólogo Richard B. Hays escribió un artículo en el cual criticaba fuertemente una obra que él mismo había escrito años atrás. Así, demostró una gran humildad de corazón al corregir su propia forma de pensar en el pasado.
En la introducción del libro de Proverbios, el rey Salomón enumeró varias intenciones de su colección de dichos sabios. Pero, en medio de esos propósitos, insertó este desafío: «Oirá el sabio, y aumentará el saber, y el entendido adquirirá consejo» (Proverbios 1:5). Al igual que el apóstol Pablo, que afirmaba que, incluso después de seguir a Cristo durante décadas, seguía deseando conocerlo (Filipenses 3:10), Salomón instó al sabio a escuchar, aprender y seguir creciendo.
Nunca está mal mantener un espíritu enseñable. A medida que buscamos seguir creciendo y aprender las cosas de la fe (y de la vida), permitamos que el Espíritu Santo nos guíe a la verdad (Juan 16:13), para que podamos comprender mejor las maravillas de nuestro Dios bueno y maravilloso.
De: Bill Crowder