Al sacar de la caja las piezas de mi mesa de pedido especial y acomodarlas frente a mí, noté que había algo raro. Estaban la hermosa tapa y otras partes, pero le faltaba una pata. Sin una de las patas, no podría armar la mesa y no serviría para nada.
Las mesas no son lo único inútil si les falta una parte vital. En el libro de 1 Corintios, Pablo les recordó a sus lectores que les faltaba un componente esencial. Los creyentes poseían muchos dones espirituales, pero les faltaba amor.
Usando un lenguaje exagerado para enfatizar lo que quería decir, Pablo escribió que, incluso si sus lectores tenían todo el conocimiento, si daban todo lo que tenían y aun si sufrían voluntariamente pero les faltaba el cimiento esencial del amor, sus acciones serían completamente inútiles (1 Corintios 13:1-3). Pablo los animó a saturar de amor todas sus acciones, describiendo de forma conmovedora la belleza de un amor que siempre protege, confía, espera y persevera (vv. 4-7).
Cuando usemos nuestros dones espirituales —quizá para enseñar, alentar o servir en nuestras comunidades de la fe—, recordemos que el diseño de Dios siempre requiere amor. De lo contrario, es como una mesa sin una pata. No puede alcanzar el propósito para el cual fue creada.
De: Lisa M. Samra