Si quisieras recorrer el suroeste de Estados Unidos, podrías empezar por un pueblito llamado Why [Por qué], en Arizona. Si avanzas a campo traviesa, llegarías a Uncertain [Incierto], Texas. Hacia el noreste, puedes descansar en Dismal [Deprimente], Tennessee. Por último, llegarías a Panic [Pánico], Pennsylvania.

A veces, el viaje de la vida se parece a esto. Nos identificamos fácilmente con la dura vida de los israelitas en el desierto (Deuteronomio 2:7); la vida puede ser dura. Pero ¿vemos los otros paralelos? Creamos nuestro propio itinerario, alejándonos de Dios (1:42-43). A menudo, nos quejamos (Números 14:2). En nuestras preocupaciones diarias, solemos dudar de los propósitos de Dios (v. 11). La historia de los israelitas se repite una y otra vez en la nuestra.

Dios nos asegura que, si seguimos su camino, nos proveerá lo necesario y nada nos faltará (Deuteronomio 2:7; Filipenses 4:19). Sin embargo, por más que lo sabemos, a menudo no lo hacemos. Necesitamos seguir la hoja de ruta de Dios.

Si sigues adelante en tu viaje por Estados Unidos, llegarás a un lugar conocido como Assurance [Seguridad], en Virginia Occidental. Si permitimos que Dios dirija nuestros caminos (Salmo 119:35), viajaremos gozosos con Él al volante… ¡qué bendita seguridad!

De: Kenneth Petersen