Los escarabajos acorazados son conocidos por su exterior resistente que los protege de los depredadores. Una variedad especial posee una fuerza extraordinaria bajo presión. Su dura capa se estira en lugar de quebrarse. Pruebas científicas muestran que pueden soportar una compresión casi 40.000 veces mayor que el peso de su cuerpo.

Tal como Dios creó este insecto tan duro, así también le dio resiliencia a Jeremías. El profeta enfrentaría una intensa presión cuando le diera a Israel el desagradable mensaje, así que Dios prometió hacerlo «como columna de hierro, y como muro de bronce» (Jeremías 1:18). No sería aplastado, derribado ni agobiado. Sus palabras permanecerían firmes por la presencia y el poder redentor de Dios.

Jeremías fue acusado falsamente, arrestado, juzgado, azotado, arrojado en un pozo… y sobrevivió. También resistió el peso de sus luchas internas, dudas y angustia. Pero Dios lo ayudó constantemente para que su espíritu y testimonio no fueran despedazados.

Cuando sentimos deseos de abandonar la misión que Dios nos ha dado, podemos recordar que el Dios de Jeremías es también nuestro Dios. Él puede hacernos fuertes como el hierro porque su poder se perfecciona en nuestra debilidad (2 Corintios 12:9).

De: Jennifer Benson Schuldt