Aurukun es un pueblito en Australia occidental, con varios clanes aborígenes. Aunque el evangelio llegó ahí hace un siglo, el castigo de ojo por ojo a veces sigue presente. En 2015, crecieron las tensiones entre clanes, y cuando hubo un asesinato, la venganza requería que alguien de la familia del agresor muriera a cambio.
Pero sucedió algo notable. El pueblo de Aurukun empezó a orar y un avivamiento empezó a envolver al pueblo. La familia del hombre asesinado perdonó al clan ofensor. Pronto, mil personas iban a la iglesia cada domingo, ¡en un pueblo de 1.300 habitantes!
En la Escritura, vemos avivamientos como este: en la época de Ezequías, cuando las multitudes volvían con gozo a Dios (2 Crónicas 30); y el día de Pentecostés, cuando millas se arrepintieron (Hechos 2:38-47). Aunque el avivamiento es obra de Dios y sucede a su tiempo, la historia muestra que la oración lo precede. «Si se humillare mi pueblo […] y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos» le dijo Dios a Salomón, «yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra» (2 Crónicas 7:14).
Tal como descubrió el pueblo de Aurukun, el avivamiento trae gozo y la reconciliación a un pueblo. ¡Cómo necesitamos nuestras ciudades una transformación así!
De: Sheridan Voysey