El matrimonio ha entrado en este juego adictivo de hacer creer al mundo entero que tiene un matrimonio idílico por las redes sociales. ¿Por qué ponerle el nombre de idílico? Si buscamos sus sinónimos es el matrimonio ideal, paradisiaco y perfecto. ¿Acaso no es eso lo que buscamos cuando nos casamos? Pero la realidad es que no es siempre un matrimonio ideal como en los cuentos de Disney. La realidad nos arropa tan pronto pasamos el umbral del altar y llegamos a la convivencia.
Entonces ahí se convierte en un matrimonio real. Este puede tener muchas cosas maravillosas, pero también tiene sus situaciones que comienzan a aparecer según van pasando los días y se van conociendo a profundidad. Eso es un matrimonio; una aventura que nos hace madurar. Es la plataforma ideal para establecer las estrategias para que subsista y llegue la gran victoria… hasta que la muerte nos separe.
Pero si volvemos a las redes sociales, me parece muy triste ir a un restaurante con tu pareja y lo que más se escucha en la mesa sea: “vamos a tomarnos una foto”. En realidad, eso no tiene nada de malo, el problema estriba en lo que sucede después de la fotografía. Acontece que después que la publican en las redes sociales con un status que dice; “pasándola bien”, están ambos conectados cada uno a su celular esperando los comentarios o los “likes” que tendrá la foto. Lo lamentable es que en una cita hermosa de pareja, la única conversación sea para hablar de lo que acontece en las redes sociales. ¿En realidad eso es pasarla bien?
La revista Cyber Psychology and Behavioral Journal publicó un estudio en el que mostraba cómo la red social Facebook, había sido la causante de 28 millones de divorcios en todo el mundo. También la asociación Americana de Abogados Matrimoniales informó cómo el 20% de los divorcios, específicamente en Estados Unidos, eran provocados por el uso de las redes sociales. Esto es alarmante y es una tragedia que las redes sociales, las cuales se pueden utilizar para conectar a la familia y nos ofrece herramientas productivas, provoquen tanto dolor.
Despertemos a la realidad y salvemos el matrimonio. Aprendamos a luchar por lo que tanto amamos y prometimos delante de Dios que cuidaríamos. No permitamos que la trivialidad y la superficialidad de las redes sociales y las opiniones de personas que no conoces, contribuyan a tu vida para destruirla. Tu cónyuge es la persona que más te debe importar, es la persona que tienes cerca y puedes sentir su calor, su respiración y hasta el palpitar de su corazón
Estrategias para evitar que las redes opaquen el amor:
- Descubra la identidad de su matrimonio – No tenemos que andar por la casa con un celular en la mano. Cuando llegue a su hogar, es el momento perfecto de pensar: “este es el lugar más importante en mi vida”. Dedíquele tiempo a su cónyuge, atendiéndolo, sirviéndole y amándole. La gente en las redes no dicta lo que sucede en tu hogar. Dios nos da instrucciones claras cuando nos dice en Cantares 8:6, “Grábame como un sello sobre tu corazón; llévame como una marca sobre tu brazo. Fuerte es el amor, como la muerte, y tenaz la pasión, como el sepulcro. Como llama divina es el fuego ardiente del amor.” El amor en el matrimonio es tan fuerte e irrompible que ninguna corriente externa debe romperlo. Encuentra la identidad que juntos como un equipo deben formar.
- Ámense no importando las situaciones y refúgiense el uno en el otro. Algo que he aprendido es a refugiarme en Dios, pero también en mi mejor amigo, mi amado Luis, mi esposo. Los problemas en el matrimonio no se ventilan por las redes para que todos opinen. Las situaciones se hablan, se negocian y se ponen en oración para que sea Dios el que les de la solución. Recuerden que el amor cubre multitud de faltas.
- No tienen que mostrarle al mundo cuán bien están sus cosas, con que ustedes lo sepan, basta. Permanezcan mirándose a los ojos en vez de a una pantalla que no habla y es impersonal. Descubran cuán hermoso/a es tu cónyuge. Envejezcan juntos descubriendo sus arrugas, el cansancio de sus ojos, pero avivando cada vez la llama del amor.
Apaga más las redes y prende más el amor.