Esta facultad no solo es útil en las matemáticas o las ciencias exactas, podemos añadir inteligencia al amor. Si nos hacemos las preguntas correctas y somos observadores mientras conocemos a la otra persona, traeremos inteligencia a la relación. Si no nos hacemos preguntas que permitan enriquecer nuestro criterio y no analizamos, podría haber consecuencias que vamos a lamentar después.
Conozcámonos
Sabiendo que la amistad y el noviazgo es la etapa para conocerse y añadir inteligencia a la decisión, es indispensable ver más allá de la piel, es decir, el carácter. El carácter es lo que somos cuando nadie nos observa y es lo que sale en momentos de crisis, conflictos y desacuerdos. Nos enamoramos de un cuerpo, pero nos casamos con un carácter. Busquemos las cualidades esenciales del carácter: autenticidad, sinceridad, fidelidad, lealtad, compromiso, que sea compasivo, generoso y cooperador. Debemos tomar tiempo para conocer a la persona, su forma de ser, costumbres, valores, ambiciones, alegrías, gustos, preferencias, complejos, miedos, nivel de celos, si tiene o no adicciones, concepto de familia, antecedentes o trastornos familiares, y proyecto de vida. Examinemos patrones de conducta, para esto debemos observar con detenimiento el fruto de relaciones anteriores.
Reunámonos con la familia
Escuché un dicho que me pareció interesante: «Observe sobre el hombro», es decir, observe quién está detrás de ella o él. Porque cuando nos casamos, lo hacemos con una persona, pero también con una familia que probablemente influirá en la construcción del nuevo hogar. Es esencial conocer el entorno familiar: costumbres, dinámica, expectativas acerca del rol de esposos, manejo de finanzas, crianza de hijos, responsabilidades domésticas, formas de solucionar conflictos, etc. También debemos tomar el tiempo para conocer a los amigos, porque ellos nos brindarán una ventana para conocer el carácter de la otra persona.
Preguntémonos
¿Me agradan los ambientes que le gusta frecuentar?,¿me siento orgulloso de presentarla como mi novia?, ¿hay algún aspecto de su vida o de su personalidad que me es difícil tolerar? , ¿puede él o ella ponernos en primer lugar?
Busquemos consejo
Es fundamental escuchar el consejo de quienes nos aprecian, pero también es clave buscar la asesoría de profesionales que nos puedan orientar en el proceso. Antes de asumir un compromiso bajo la figura del noviazgo, busquemos el consejo de quienes nos aman, porque ellos observan lo que nosotros idealizamos y tienen un análisis más objetivo de lo que podría ocurrir. En la multitud de consejeros, hay sabiduría. Aprendamos de sus experiencias.
Seamos amigos un buen tiempo
No nos apresuremos. Apreciemos la libertad. Tomemos el tiempo suficiente para decidir con inteligencia. Una de las razones principales por las cuales se divorcian las parejas no es por infidelidad o por dinero, más bien, lo hacen porque la decisión de casarse la tomaron demasiado rápido. No se puede conocer a una persona en un período de tiempo muy corto, se necesita tiempo para establecer un vínculo saludable. La primera etapa del amor es emoción pura, enamoramiento, que debemos disfrutar sin cegarnos, ocultar los defectos o idealizar a la persona. Se requiere tiempo para conocer intensiones, entorno y carácter.
Conozcámonos, aceptémonos y amémonos
Esto implica aceptar nuestras debilidades y apreciar nuestras fortalezas, lo cual nos permite tener una sólida identidad y sentido de nosotros mismos. Ello provee confianza, seguridad y valor personal para establecer relaciones saludables e inteligentes. Sepamos que valemos por lo que somos en esencia como personas, y no por lo que poseemos o por nuestra apariencia. En ocasiones, nos concentramos en lo externo para arreglar lo interno, pero tener una sana autoestima no es algo que se consigue de este modo, sino apreciando que hemos sido creados como seres únicos y con valor inherente. Cuando somos capaces de vernos a nosotros mismos como personas de gran valor, somos libres de la inseguridad y el temor.
Comuniquémonos de formas asertiva
La mejor forma de fortalecer la intimidad con el otro es a través de la comunicación fundamentada en el respeto, es decir, la capacidad de expresar lo que pensamos y sentimos con libertad. Esto proporciona autonomía, pero a la vez, cercanía y confianza. Nuestros sentimientos y pensamientos nos pertenecen, nadie puede pensar por nosotros ni adivinar lo que estamos sintiendo, por eso debemos desarrollar la habilidad de comunicarnos claramente.. No debemos callar ni ocultar sentimientos o cosas que nos molestan y nos hacen sentir mal.
Fijemos límites
Esto nos permitirá conocernos mejor y asumir responsabilidades por nuestros actos. Los límites definen espacio, quién es cada quien y refuerzan la idea de que somos personas con identidad propia.. Además, ayuda a que la relación no sea absorbente, dependiente y, mucho menos, objeto de manipulación, con lo que evitamos sentirnos frustrados, confundidos o enojados porque permitimos que el otro nos controle emocionalmente. Somos individuos autónomos, libres, independientes. Una relación de amor no cambia estas características, más bien, las afirma, porque toda relación tiene el propósito de ayudar a crecer a la persona y fortalecer su ser integral. Ser responsables de nosotros mismos nos hace sentirnos en control de nuestra propia agenda y de cómo utilizamos nuestro tiempo. Los límites proporcionan libertad a la persona.
Aprendamos de la experiencia
Asumamos la responsabilidad de nuestras relaciones. Solo así seremos responsables de nuestro destino, de nuestras decisiones, de nuestras emociones y de nuestro cuerpo, y esto nos permite establecer relaciones saludables.