Nuestro autobús llegó por fin a nuestro tan anticipado destino: una excavación arqueológica en Israel donde nos dejarían excavar un poco. El director de la obra nos explicó que cualquier cosa que encontráramos no había sido tocada por miles de años. Al desenterrar fragmentos de cerámica, nos sentimos como si estuviéramos tocando historia. Al rato, nos llevaron a una estación de trabajo donde estaban restaurando esos fragmentos de vasijas rotas hacía muchísimo tiempo.

La imagen era muy clara. Esos artesanos que reconstruían piezas de cerámica rotas hacía siglos eran una hermosa representación del Dios al que le encanta reparar lo que está roto. En el Salmo 31:12, David escribió: «He sido olvidado de su corazón como un muerto; he venido a ser como un vaso quebrado». David solía escribir sobre las dificultades en su vida; y la canción lo describe roto por el peligro, los enemigos y la desesperación.

Entonces, ¿adónde acudía en busca de ayuda? En el versículo 16, David clama a Dios: «Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo; sálvame por tu misericordia».

El Dios que era el objeto de la confianza de David es el mismo que sigue reparando cosas rotas hoy. Lo único que pide es que clamemos a Él y confiemos en su misericordia.

De: Bill Crowder