«Perfeccionismo es una de las palabras más aterradoras que conozco», escribe Kathleen Norris, reflexionando en el contraste entre el perfeccionismo actual y la «perfección» que se describe en el libro de Mateo. Actualmente, se define como «una aflicción psicológica grave que intimida mucho a la gente para tomar riesgos necesarios». Pero la palabra que se usa en Mateo significa maduro, completo o pleno. Norris concluye: «Ser perfecto […] es hacer lugar para desarrollar [y experimentar] una madurez suficiente para brindarnos a los demás».
Entender este concepto de la perfección ayuda a encontrarle sentido a la significativa historia que se narra en Mateo 19, donde un hombre le preguntó a Jesús qué podía hacer para «tener la vida eterna» (v. 16). Jesús le respondió: «Guarda los mandamientos» (v. 17). El hombre pensó que los había cumplido todos, pero aun así, sabía que le faltaba algo. «¿Qué más me falta?» (v. 20), preguntó.
Entonces, Jesús señaló que la riqueza del hombre era lo que trababa su corazón; y que si quería «ser perfecto» o pleno, debía estar dispuesto a soltar aquello a lo que estaba aferrado.
Escuchemos hoy la invitación de Jesús a entregar todo a Él y hallar libertad en la plenitud que solo Él hace posible (v. 26).